Se ruega no molestar a la recién parida
No es la primera vez que hablamos del tema y no me importa repetirme y quedar como una pesada si con ello conseguimos que esa madre y ese hijo recién nacido consigan algo de tranquilidad en esos primeros y durísimos días tras el nacimiento.
Traer un hijo al mundo es una de las mayores alegrías que pueden acontecer en toda la familia (con la extensión lógica hacia amigos y conocidos) y nunca dudamos de la indefectible buenísima voluntad que éstos le ponen al ir a visitar a los felices padres y al querubín, pero no siempre estas visitas son bien recibidas por esa madre y ese bebé a pesar de la buena intención, y os explico el por qué.
Nos situamos: mujer recién parida con sus "X" horas de parto a sus espaldas, con el cansancio en el cuerpo tras el mismo y quién sabe si añadimos además algunas que otras horas de insomnio al combo. Si es vaginal, dolorida por los puntos (si los hubiere) y si es cesárea, dolorida por los puntos (que los habrá). Aturdida por la anestesia, dolorida y fuera de su casa, con un bebé que ahora es responsabilidad suya al 100 % (aunque el papi ayude, lógicamente) al que tiene que cuidar y alimentar lo sepa hacer o no, haya tenido hijos anteriormente o no, esté preparada o no. Hormonas haciendo de las suyas, poniéndonos las cosas difíciles. Mala cara, sudorosa y sangrante, desnuda (con ese camisón típico del hospital que no tapa nada), también por dentro y sin poder levantarnos aún a darnos una ducha reconfortante.
Realmente, ¿Creéis que estas son las mejores condiciones para visitar a una reciente mamá? ¿Creéis que esa criatura tendrá ganitas de poneros buena cara y contaros toda la película de su parto? Poneros en su piel.
Además os voy a contar otras cosillas. En las dos primeras horas tras el parto, ambos, tanto la madre como el bebé experimentan un subidón (pico) de endorfinas por el parto en sí mismo, que nunca será tan alto como en este momento. Las endorfinas puerperales son las llamadas "Hormonas del Enamoramiento" que aperecerán si estamos relajados (madre e hijo) pues si estamos estresados, es posible que no lo reconozcamos. El bebé también está predispuesto en este momento a establecer contacto con su madre y por instinto de supervivencia y por reclamo puro y duro, buscará el pecho de su madre para alimentarse y sobrevivir.
Por ello, las dos primeras horas en la vida de un bebé son cruciales y éstas, salvan muchas vidas y lactancias. Hoy sabemos que lo que primero entra en la boca de un bebé crea impronta en él y le ayuda a reconocer el pecho de su madre y a agarrarse correctamente, de ahí la necesidad de dejar tranquilos a esa madre y ese hijo. Los cuidados postnatales del bebé pueden esperar, el niño no va a crecer en dos horas, no es necesario medirlo y pesarlo en este momento, podría posponerse. El resto de las actuaciones médicas preventivas (limpieza, hierro, vacunas, colirios, aspiración de secreciones..) también podrían esperar unas horas o si no es posible, hacerlo con el bebé encima de su madre en contacto piel con piel. Por otra parte, la separación de esa madre de su hijo, si se realiza, debería estar plenamente justificada, incluso si fuera una cesárea, al igual que la famosa "ayudita", que puede alterar la percepción del bebé a cerca de lo normal.
Cuando ves a un bebé reptando por la tripa de la madre (gracias al vérnix caseoso, esa capa de grasa con la que nacen los bebés, que les ayuda entre otras muchas ventajas a reptar y deslizarse, y que nos empeñamos en retirarle nada más nacer) buscando el pezón por puro instinto de supervivencia y tratando de aferrarse a él, vemos la naturaleza en estado puro y no deberíamos influir innecesariamente en ello, ya que fortalecerá el apego entre las dos partes e impactará en el desarrollo estructural del cerebro de nuestro bebé de manera muy beneficiosa.
Además, después de esas primeras dos horas, el bebé entra en un estado de letargo que durará unas horas y que hará casi imposible despertar a ese bebé (estará agotado y en modo Off), por tanto si desaprovechamos estas dos primeras horas de máxima receptividad y tranquilidad del bebé, habremos desperdiciado una gran ayuda para esa madre, ese bebé y esa lactancia.
Siempre he opinado (y lo mantengo aún bajo tortura) que las primeras 24/48 horas tras el nacimiento de ese bebé, ambos, madre e hijo deberían estar lo más tranquilos posible, de ahí que no recomiende las visitas en este período. Lo sé, nos come la impaciencia para conocer al pequeñajo/a pero hay que pensar que hay cosas más importantes que respetar en estas primeras horas. Aquí, yo limitaría las visitas a la familia estricta y allegada (por lo inevitable de la situación) y punto pelota. Los demás, mínimo deberíamos esperar 24/48 horas y tras preguntar al papá (antes de personarnos, clarísimamente) si seríamos bienvenidos o nos esperamos un poco más. No presupongáis que estarán deseando que vayamos a verlos, que igual nos sorprendemos.
Esa madre necesita creer en sí misma y reforzarse en la idea de que podrá hacerlo correctamente, porque al igual que todos los bebés saben mamar desde que nacen, todas las madres sabemos criar a nuestros hijos desde que nacen, pero necesitamos sentirnos tranquilas para que afloren nuestros instintos y aprendamos a reconocer los mensajes y señales que nuestro hijo nos emite. Si la habitación está llena de gente, esa madre no podrá reconocer estas señales, pues la estaremos distrayendo con cosas y conversaciones superfluas que no le aportarán nada más que sufrimiento a esa madre que sólo anhela que la dejen tranquila para atender a su bebé al 100% y descansar, que bien merecido se lo tiene.
Venga, seguro que ahora lo tienes todo más claro antes de visitar a la recién parida. Su poquito de paciencia.....